Capítulo tras capítulo

lunes, 9 de septiembre de 2013

(Cap.1)

*Cada sueño me llevaba a un mundo paralelo, donde todo era tan real que empezaría a dejar de vivir en la realidad para vivir de los sueños.*

Estaba tirada en mi cama. Dando vuelta tras vuelta, intentando dormir, llevaba días sin conciliar con el sueño, ya no podía más, necesitaba descansar, necesitaba evadirme de la realidad, transportarme a otro mundo en el que se terminasen los problemas, en donde pudiera estar tranquila.
Cerré los ojos y entonces dormida me quedé. 
Por fin había conseguido dormirme, estaba metiéndome en un sueño, pero de repente abrí los ojos, me notaba rara. Sentía un tremendo calor en el pecho, tenía la marca de un corte. ¡Demasiado extraño! Pero no le di importancia, el sueño podía conmigo. De nuevo, cerré los ojos y seguí durmiendo como si nada hubiera pasado. 
Y entonces, ya no estaba en mi cama, ni en ningún lugar conocido. Una luz tenue entraba por una extraña ventana, iluminando media zona de aquel espacio. 
Estaba tirada en el suelo, me intenté levantar, pero me quedé de rodillas, había un charco en el suelo y allí vi mi cara reflejada, ¿qué estaba pasando? Aquella no era yo, no me reconocía, tenía los ojos completamente rojos, y las pupilas dilatadas. Era...Diferente. Pelo rojizo, demasiado delgada, había perdido todo mi color de piel, estaba pálida. Por momentos notaba que me fallaba la vista y que me resultaba complicado respirar. Pero el corte en el pecho seguía allí, y ahora estaba sangrando, me estaba asustando.
No entendía absolutamente nada. Pero, sin embargo, mi ropa era la misma, seguía con mi pijama, pero no parecía yo. Era imposible. Se notaba que estaba soñando.
Ese sitio era completamente desconocido. ¿Dónde me encontraba? Aquello parecía una cueva, y de repente escuché unos pasos, acompañados de una profunda respiración. Y la luz se encendió, iluminando todo. Así pude observar que aquello que pensé que era un charco de agua en realidad era sangre. Y que no me encontraba en una cueva si no en una habitación un tanto extraña, espejos rotos por las paredes, una cama deshecha, una enorme alfombra con muchísimas manchas, un sofá, una vieja tele y muchos videojuegos. 
Cada minuto que pasaba entendía menos todo, esto parecía mucho más que un sueño, parecía otra realidad.
Me paré a pensar que posiblemente el charco de sangre era mío, del corte, que no paraba de sangrar, y quizás por ese motivo me estaba mareando.
Levanté la mirada, girándome hacia la puerta para ver quien estaba allí, para ver quién había encendido la luz. Pero no sabía quién era. Pude ver que era una chica, y de su mano venía un pequeño. El niño me resultaba familiar, ¿era Damián, mi hermano? Tenía la misma mirada, pero del resto no se parecía en nada. La chica no me dejó verle su rostro, tenía la cabeza agachada. Como si tuviera miedo a verme. Entonces el niño se acercó corriendo hacia mí. Y me dio un pequeño abrazo, me desplomé en el suelo cuando me susurró:
- Amanda, estamos atrapados en el mundo de los sueños. Somos lo que más valoras en tu vida, y tienes que lograr salir de esto que no deja de ser un simple juego, hazlo bien.
Lo único que me dio tiempo a ver antes de perder el control fue que la chica se acercaba a mi lado con un pañuelo rosa en la mano. ¿Me iría a ayudar? Quería verle los ojos. Era la única forma de verle su interior, ya que ahí todos estábamos encerrados en otros cuerpos. 
De nuevo, abrí los ojos. El corazón me latía muy rápido. Eran las 11, mi madre me estaba llamando para levantarme. Estaba en mi cama, había sido una pesadilla, o eso creía. ¡Qué raro fue todo! Pero estaba segura de que aquello no era sólo una pesadilla. Me levanté, fui al baño y contemplé en el espejo que mis pupilas estaban aún dilatadas y que el corte en el pecho seguía allí.
- Esto no puede ser. No fue un simple sueño. Tengo que contárselo a alguien... O esperar a que siga cuando vuelva a dormir.

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